miércoles, 21 de marzo de 2012

Georges Pérec, el mago de las palabras

Georges Perec (1936-1982) es uno de esos personajes apasionantes del S.XX, un genio, poco conocido por el gran público, para el cuál la literatura era un juego de imaginación. 

Sus padres, Icek Peretz y Cyrla Szlewicz eran judíos de origen polaco y ambos mueren en la Segunda Guerra Mundial (él, en el frente de la batalla en 1940, ya que se había inscrito como voluntario para luchar contra Alemania; ella, deportada tres años más tarde al campo de concentración de Auschwitz). Temiéndose este desenlace la madre del pequeño Georges lo envía en 1941 en un tren de la Cruz Roja. El niño será bautizado, su apellido se transformará a la francesa y se convertirá en Perec. La experiencia de la traumática pérdida de sus padres lo acompañará toda su vida y también se plasmará en su obra, especialmente en su novela W ou le Souvenir d'enfance (1975)que comienza de este modo: 

No tengo recuerdos de la infancia. Hasta que cumplí doce años más o menos mi historia se resume en unas cuantas líneas: perdí a mi padre a los cuatro años, a mi madre a los seis; pasé la guerra en varias pensiones de Villard-de-Lans. En 1945, la hermana de mi padre y su marido me adoptaron. Esta historia ausente me ha tranquilizado durante mucho tiempo: su sequía objetiva, su aparente evidencia, su inocencia, me protegía, pero de qué me protegía, precisamente de la historia que había vivido, de mi historia real, de la historia que me pertenece y que, como podemos suponer, ni es seca, ni objetiva, ni aparentemente evidente, ni evidentemente inocente. "No tengo recuerdos de infancia": me apoyaba en esta afirmación con tranquilidad, casi como un tipo de desafío. No tenían que preguntarme sobre esta cuestión. No estaba inscrita en mi programa. Estaba exento de ella: otra historia, la Grande, la Historia con su gran hache, ya había respondido en mi lugar: la guerra, los campos de exterminio. 



Georges Perec además de ser un genial novelista escribe guiones de cine, poesías, teatro, ensayos literarios y elabora los crucigramas semanales de la revista Le Point en París (es curioso que en francés exista una palabra en francés para denominar esta profesión, verbicruciste). 


A partir de 1967 integra la OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle- en castellano Taller de Literatura Potencial) que habían fundado años antes el escritor Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais. La organización, que todavía existe, pretende "explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura". Se trata de un movimiento que no pretende erigirse como vanguardia y que es diametralmente opuesto al surrealismo: se aplican consciente y razonadamente restricciones para la búsqueda de nuevas formas y estructuras que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca. De este modo, se importarán conceptos desde las matemáticas sobre las palabras y se irán encontrando las potencialidades de la literatura. 

La novela más "oulipista" de Georges Perec es La Disparition (1969) en la cual el autor realiza el secuestro de la letra "e". En la versión en castellano, los traductores decidieron hacer desaparecer la letra "a" que en nuestro alfabeto tiene la misma relevancia que la "e" francesa. El interés de la obra va mas allá que esta demostración técnica de dominio del lenguaje pero, aún así, existen numerosas curiosidades al respecto. 

En un cómputo aproximado, la obra cuenta con 300 páginas x 30 líneas x 40 letras por línea. Esto hace un total de 360.000 letras. Calculando que la "e" en francés aparece una vez cada seis letras, Perec consiguió esquivar alrededor de 60.000 "es". 

Algunos autores relacionan este hecho con los temas de la desaparición, extremadamente ligados a la vida personal de Perec. La "e" que falta en el libro se refiere a "eux" (ellos) que representan a sus padres y "eux" también toma el significado de los Judíos deportados a campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial. El argumento de la novela, de temática policíaca,describe un clima de violencia y asesinatos que evoca la Guerra, una venganza que provoca el asesinato sistemático de una parte de la familia. 

Georges Perec no puede dejar indiferente a nadie. Actualmente estoy leyendo Les Choses. Une histoire des anées soixante (1965). Tan impactada estaba con la lectura de este libro (diálogo interno: ¿qué es esta pequeña maravilla? Esta magia, parece que por momentos me esté leyendo la mente o esté leyendo la de los que me rodean. ¿Lo estoy entendiendo bien o me pierdo cosas al leer en francés?) me han hecho parar momentáneamente la lectura e investigar quién era su autor y en qué contexto se movía para poder entender mejor la obra. Tecleando en Google he descubierto su mirada divertida, he escuchado su voz en varias entrevistas y he leído artículos sobre su obra (la mayoría muy densos, con millones de referencias culturetas). Georges Perec me ha parecido un tipo tan simpático, tan humilde y original que se ha convertido en el descubrimiento de un nuevo tesoro literario. Por el momento, a la novela que más ganas le tengo es a La vie, mode d'emploi (1978). 

PD: Perec tiene además una calle en París, pone nombre a un asteroide y es la imagen de un sello francés


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