miércoles, 25 de abril de 2012

Vuelta al mundo de El Petit Nicolas

Es increíble cómo de repente se pueden poner en marcha los mecanismos del laberinto de tu cerebro hasta llevarte a lugares en los que viviste en la infancia. O con los que te reiste. Este es el caso de la peli de Le petit Nicolas (Tirard, 2009) que aunque puede que no sea nada del otro mundo me ha hecho recordar tantas cosas que estaban en mi subconsciente... Y yo sin saberlo! 


Que Renné Gosciny (1926-1977) es un clásico de la literatura infantil nadie puede ponerlo en entredicho (El Petit Nicolás, Asterix y Obelix, Lucky Luck, Iznogoud). Y aún así no deja de sorprenderme su capacidad de empatía para ponerse en la mirada de un niño (o en la de un niño-adulto como es el caso). Por supuesto las imágenes de Jean-Jaques Sempé acompañan, ¡y tanto! hacen que las novelas se inscriban con fuego rojo en la memoria. 

Nicolás tiene hoy 53 años y las historias que comparte con sus amigos siguen siendo igual de entrañables. Los personajes, tan bien caracterizados, parece que sean amigos íntimos de los que sepamos advertir cada una de sus reacciones. Como si un colega te estuviese contando la última que hicieron aquél día, o lo que pasó en ese viaje. Compartiendo triunfos y humillaciones, situaciones infantiles que sólo a través de los años logras entender. 

O al contrario. 

Cuando era niña, comprendía muy bien lo que contaba Nicolás, estaba en su piel y tenía toda la razón del mundo con sus reivindicaciones. 

En la película los dos personajes que más me han gustado sin ninguna duda han sido los siguientes: 

1. Agnan: El sabelotodo, el preferido de la profesora que siempre levanta la mano, no se le puede pegar porque lleva gafas (aunque alguna se escapa), el chivato. 




2. Clotaire: Que quiere ser ciclista profesional y siempre está pensando en su bici. Se sienta al final de la clase, nunca se entera de nada y siempre le castigan cara a la pared. El actor que lo interpreta es el futuro Gabino Diego del cine francés. Me encanta. 


 Ha sido revivir tantas y tantas imágenes que de repente han empezado a surgir en mi cabeza y no recordaba... Como las peleas con las flores (peleas hay muchas en Le petit Nicolas) pero lo mejor es que la madre siempre acababa adorando la flor medio destruida que llegaba a su jarrón. Ese es el espíritu de Le Petit Nicolás. Las intenciones ingenuas. Las peleas. Las confusiones. Las reconciliaciones. Las buenas personas. El humor... ¡Muy grande!


lunes, 23 de abril de 2012

"El invierno en Lisboa" de Antonio Muñoz Molina


El invierno en Lisboa (1987) es la segunda novela de Muñoz Molina. La primera, Beatus Ille, la publicó el año anterior y es seguramente esta genial obra junto a la aparición de una reseña amiga lo que finalmente me ha animado a retomar la literatura en castellano. Y no he podido tener mejor suerte en este libro que ha caído (prestado) del cielo.

A pesar del título, la primera parte de la novela transcurre en un San Sebastian que huele bourbon y a notas de jazz mezclado con el humo azulado que se condensa en los clubes nocturnos, en este caso el garito lleva por nombre Lady Bird. El protagonista es un pianista melancólico que toca en las sombras, un solitario que pasea oliendo el mar del norte sintiendo cómo la humedad se va colando en sus huesos.

La segunda parte es mucho más cinematográfica ya que la acción fluye con rapidez y tiene como telón de fondo una Lisboa que no conozco, porque es la Lisboa de hace 20 años, más decrépita y más suburbio y por eso quizás más auténtica.

Al final se trata de una obra que no puede entenderse sin esos lugares, reales o soñados por los amados o las dos cosas al mismo tiempo:


Los nombres, como la música, me dijo una vez Biralbo con la sabiduría de la tercera o cuarta ginebra, arrancan del tiempo a los seres y a los lugares que aluden, instituyen el presente sin otras armas que el misterio de su sonoridad. Por eso él pudo componer la canción sin haber estado nunca en Lisboa: la ciudad existía antes de que él la visitara igual que existe ahora para mí, que no la he visto, rosada y ocre al mediodía, levemente perfumada por las sílabas de su nombre como de aliento oscuro, Lisboa, por la tonalidad del nombre de Lucrecia. Pero hasta de los nombres es preciso despojarse, afirmaba Biralbo, porque también en ellos habita una clandestina posibilidad de memoria, y hace falta arrancársela entera para poder vivir, decía, para salir a la calle y caminar hacia un café como si de verdad uno estuviera vivo. 


Es una novela que hay que beber pausadamente, absorbiendo cada una de las palabras que no están colocadas al azar y tienen algo de la belleza de quien guarda un misterio. Este juego de ida y vuelta, de retales que se van mezclando y sumando hasta conformar el puzzle final es precisamente una de las grandes cualidades del escritor. Un relato de amor y de encuentros y desencuentros efímeros, a veces forzados, otras fortuitos. Una historia contado con arte, buena literatura en la que nos podemos imaginar vivos a los personajes, como si en algún momento de nuestro pasado borroso hubiésemos coincidido con ellos en la barra de un bar. O mejor aún, como si solamente los hubiésemos presentido, sentándonos en la banqueta que dejan libre con los hielos del cubata todavía sin deshacer, viendo desaparecer su silueta, las solapas del abrigo levantadas y la música de jazz sonando vibrante.

jueves, 19 de abril de 2012

Lettre à un otage (Carta a un rehén) de Saint-Exupéry

Después de haber leido la poética novela Vol de Nuit he decido continuar leyendo a Saint-Exupéry. Entre mis nuevas adquisiciones está también Terre des hommes. Espero que esta obra finalmente me convezca para leer El principito, porque el estilo literario que encontré en la primera novela ha desaparecido en Lettre à un otage, claro que su naturaleza es bien distinta.

Saint-Exupèry escribió este texto como prefacio a una las novelas de su mejor amigo, Leon Werth, cuando éste permanecía escondido en Francia por sus orígenes judíos en el contexto de la Segunda Guerra mundial. Su libro no pudo salir y el escritor eliminó toda referencia directa a su amigo en el texto. Es así de la única manera en la que se puede entender la Carta a un rehén. La obra se compone de seis capítulos cortos, que hablan de episodios recientes de la vida de Saint-Exupéry: viaje a Portugal, el Sahara, los Estados Unidos... y también España, más concretamente Cataluña, donde acudió como periodista para cubrir la Guerra Civil y fue arrestado por unos anarquistas.

Resulta un texto bastante nacionalista y lleno de morriña, Saint-Exupéry se siente como un desertor que se encuentra lejos de Francia en momentos tan difíciles. En un mundo donde las comunicaciones internacionales resultaban tan complejas, la obra se convierte en un homenaje a la amistad, sobre todo la de los amigos que aunque estén lejos siguen con nosotros en cada momento.

Argumento/Sujet *
Creatividad/Creativité **
Personajes/Personnages **
Amenidad/Amenité **
Vocabulario/Vocabulaire ***

viernes, 13 de abril de 2012

"En attendant Godot" (Esperando a Godot) de Samuel Beckett

Samuel Beckett (Dublín, 1906- París, 1989) es el autor de Esperando a Godot, una de las obras cumbre del conocido como Teatro del Absurdo, encuadrado dentro del experimentalismo literario. Desde que se estrenase la obra en 1953 se dice que no ha habido ni un sólo día en el que no se haya representado en algún lugar del planeta. Aunque la lengua materna de Beckett era el inglés, eligió el francés como lengua de escritura, ya que consideraba que en francés es más fácil escribir sin estilo. 


Un crítico literario resumió la obra: Nada pasa, dos veces, haciendo referencia a los dos actos de la obra. Efectivamente el argumento no tiene ni principio ni fin, dos personajes, Estragon y Vladimir, esperan a Godot y se dicen: ya que tenemos que esperar aquí, hagamos algo para pasar el tiempo, hablemos para no aburrirnos.

Se trata de un tiempo que está fuera de la realidad, donde los días transcurren sin mayores cambios. Godot es la esperanza del futuro que nunca llega, el pasado y el presente no tienen sentido y, con frecuencia, se olvidan.

Encontramos de este modo algunas de las características principales del Teatro del Absurdo: no interesa narrar sino exponer una situación, los diálogos son reiterativos y no fluyen armoniosamente, las respuestas y los contenidos reiterativos, se utiliza el silencio.

Existen distintas lecturas en relación a la simbología de la obra. Una de ellas apunta la relación con los Hermanos Marx, ya que existen cuatro personajes, uno de ellos mudo y otro de nombre italiano. En esta línea se relacionarían algunas de las escenas de la obra con el mundo del circo o las películas cómicas mudas. El juego de los sombreros aparece en la obra:



Otra teoría recurrente es relacionar a Godot con Dios (God), aunque Samuel Beckettsiempre lo negó. Esta visión dotaría a la obra de un significado existencialista más contundente. Enlazaría también con otra de los simbolismos más comúnmente aceptados: el personaje de Pozzo es el de un explotador, que abusa tiránicamente de su criado Lucky (lo lleva atado con una cuerda como si fuese un perro), quien ni siquiera es capaz de pensar por sí mismo si no se le ordena. Pozzo utiliza como excusa la búsqueda de Godot para que los otros se queden y hablen con él, en lo que se considera un paralelismo del uso de la devoción a las masas por parte de líderes oportunos.

El escenario que plantea Beckett es acorde con el contenido de la obra y se reduce al mínimo, de esta manera se refuerza la idea del vacío y de la nada.



En attendant Godot es una obra de teatro cuyo argumento continua siendo actual. Quizás el lenguaje absurdo no nos impacta tanto como en los años 50 o 70 pero es necesario comprender que se trataba de una obra pionera en este sentido. Es una lectura difícil si la realizamos en versión original (como ha sido el caso) sobre todo por los juegos de palabras y los diálogos entrecortados. A pesar de ello podemos lograr captar el humor que subyace de fondo en algunas de las escenas.

El ejemplar que he leído es de Les éditions de miniuit y me ha gustado mucho. Su encuadernación es sencilla y sobria: una simple cartulina blanca y páginas que se tornarán amarillentas.

Muy acorde con la obra.


El Teatro del Absurdo

La época dorada del Teatro del Absurdo son los años 50, en el contexto de la caída del humanismo y el  traumatismo causado por la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hasta 1961 no se acuñaría el término y será en los años 70 cuando realmente se manifieste su influencia que inevitablemente llega hasta nuestros días.

No se trata de un movimiento, una escuela, nos encontramos con un panorama bastante heterogéneo en el cual podríamos destacar autores como Samuel Beckett, Jean Genet, Eugène Ionesco, Arthur Adamov y por la parte que nos toca, Fernando Arrabal. 

Es un nuevo teatro que rompe con los géneros más clásicos y cuyo punto de partida es "lo absurdo de la vida". Son obras plagadas de palabras y acciones contradictorias (en una escena de "Esperando a Godot" los actores se despiden, pero no se mueven) que tratan de cuestionar el sentido del mundo, encuadrándose dentro de la corriente filosófica del existencialismo que ya habían experimentado autores como Albert Camus con "El extranjero" o Jean Paul-Sartre con "El ser y la nada", cuyos personajes simplemente deambulaban por la vida.

Mi madre me dice a veces que soy "una existencialista" y en realidad lo absurdo siempre me ha atraído, sobre todo la parte que implica ver el mundo con humor: el dilema eterno del tiempo, la libertad física o metafísca, la naturaleza de la humanidad, la vida y la muerte. Somos nosotros los que de forma individual creamos el significado y la esencia de nuestras vidas, si es que la tiene. 

Pero volvamos a la magia del Teatro del Absurdo. 

El lenguaje queda restringido a una función puramente lúdica, en ocasiones los personajes luchan por encontrar el sentido de las palabras con anguistia, poniendo de manifiesto la dificultad del hombre para comunicarse. Como afirmaba Eugène Ionesco: Cuentan sólo las palabras, el resto es charlatanería. 

Los personajes son arquetipos que tienen una imagen irreal de ellos mismos, de los demás y finalmente del mundo, en lo que podría considerarse como una búsqueda infructífera de su propia identidad. En definitiva, se hacen preguntas y establecen hipótesis, cuestionan el mundo, pero al final no hayan ninguna solución a los problemas planteados. Es absurdo.  

Algunos apuntan las influencias de los surrealistas y los dadaístas en estos autores. Personalmente me quedo con las raíces cinematográficas del movimiento: Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy (El Gordo y el Flaco), Buster Keton y los Hermanos Marx. 

Os dejo con la escena del espejo de Sopa de Gansos





martes, 10 de abril de 2012

"Une forme de vie" (Una forma de vida) de Amélie Nothomb

"Une forme de vie" (2010) es el penúltimo libro de Amélie Nothomb: un relato sobre su supuesta correspondencia con un militar americano destinado en Irak.

Aunque me gusta su estilo, he de reconocerlo, Amélie Nothomb no me acaba de convencer (perdón). La obra que acabo de leer, que se mueve entre el género epistolar, novelesco y autobiográfico, me deja un poco vacía. Quizás, como en tantas ocasiones, son las expectativas las que condicionan mi discurso, lleno de "sí, pero...", o quizás sea esa tendencia de la autora a llevarlo todo hacia precisamente el último género, la autobiografía.

Escribe bien, utiliza un lenguaje muy claro y directo. Frases cortas y precisas. Argumentos llenos de sorpresas que entiendo que enganchen a mucha gente. Sin resultar demasiado trascendental realiza reflexiones interesantes -aunque a veces parece que las dejase caer, como si simplemente esperase que el lector se agachase a recogerlas y meditarlas -acerca de los seres humanos, sobre todo los solitarios, los frikis y en lo que he podido leer de ella ("Hygiène de l'assassain" y "Biographie de la faim") sobre los gordos.

Es posible que sea su obsesión con la obesidad uno de los motivos que me tira un poco para atrás. Describe muy bien las carnes mórbidas: es, sin ninguna duda, la mejor autora que he encontrado en esto. Pero a mí la verdad es que acaba por resultarme hastioso.

Quitando todo este velo de prejuicios reconocidos, Una forma de vida es un libro muy leíble (como dice en varias ocasiones en el libro, ¡qué pleonasmo!).

"Si, pero..."

Pues bueno, una novelita para estar entretenido, que ya es bastante (y no lo digo con ninguna ironía ni desprecio eh! No le quito ni un ápice al mérito de conseguirlo). Pero para quien busque algo más... Justito.

Para ilustrar el post y lo que vengo de decir, os dejo con Moderna de Pueblo y su "Cada vez tenía más amigos culturetas", en el que precisamente aparece la susodicha:


Argumento/Sujet ***
Creatividad/Creativité ***
Personajes/Personnages ***
Amenidad/Amenité ***
Vocabulario/Vocabulaire *****

lunes, 9 de abril de 2012

Kase-O y Jazz Magnetism (Bogaloo)

Riéndome todavía por dentro por el anterior post sobre Houellebecq y su apellido con flow, aquí os dejo uno de los raperos con más flow del mundo mundial, y además un videoclip que es una delicia.

Ese Kase-o!


"Les particules élémentaires" (Las partículas elementales) de Houellebecq

Tenía bastantes ganas a esta novela que por activa y por pasiva había escuchado en varias conversaciones literarias con mis amigos francófonos. Dicho y hecho, enganché la obra que al principio me sedujo y, como la buena publicidad de una serie de televisión que aseguran se trata de la revelación del año, me ha decepcionado, incluso se me ha hecho duro continuar la lectura y finalizarlo.


Sin embargo creo que se trata de uno de esos libros que, batiéndome en duelo con algunos de sus capítulos, puede que finalmente me quede algún poso. No tengo claro si positivo o negativo, porque creo que la mayor virtud de Las partículas elementales (1998) es precisamente no dejar indiferente.


Una novela que igual no acabo de comprender del todo porque, por suerte, no conozco ninguna vida que se asemeje a la de los protagonistas, Bruno y Michel, dos hermanos de 40 años, cuyas vidas discurren a lo largo de la obra entremezclándose: soledad, cuestionamiento vital, relación con el sexo y con el amor, la muerte y la decadencia, el trágico pasado... Depresión total. O quizás sí que conozco a alguna persona en esta situación y no reparo en los secretos del fondo de su existencia. Igual es así como llegan los suicidios, los asesinatos, los repentinos brotes de violencia que nadie del entorno logra explicar.


Houellebecq mezcla todos estos ingredientes con un género que particularmente me gusta, el de la ciencia-ficción, haciendo alusión a la búsqueda espiritual  a través de las religiones y anunciando la decandencia de la humanidad, una especie de fin del mundo. Particularmente desde este punto de vista no convence, resulta artificial la alusión a descripciones científicas y las referencias religiosas a la historia que está contando. Se trata casi de un efecto óptico: el autor juega a aparentar una mayor calidad literaria y que en realidad la historia que está contando va mucho más allá, hacia una ambicionada novela total. Como punto positivo, he encontrado interesante la exploración que realiza de las corrientes experimentales del New Age y las caricaturas aberrantes sobre el mundo de los hippies, precisamente por el humor y el jugo que tienen estas descripciones.


Quizás si solamente se hubiese centrado en Michel y Bruno estaríamos hablando de otra obra, más cercana literariamente al realismo sucio y que también nos hubiese hecho reflexionar sobre los vaivenes de esta vida, sobre el miedo al vacío y sobre todo, sobre los porqués de un depravado sexual y pederasta de 40 años, que es en lo que ocupa gran parte del libro.


Comprendo que existan fans de Houellebecq y lo felicito por haber ganado el Goncourt 2010 pero definitivamente creo que no soy el tipo de público al que está dirigido. Eso sí, no me puedo resistir a confesar que me encanta la combinación de vocales y consonantes de su apellido, que parece sacado de cuento de apaches y navajos. Como dirían los raperos, tiene flow... 


P.D: Y ahora entiendo mejor nuestras diferentes visiones de "Un roman français" de Beigbeder... 


Argumento/Sujet ***
Creatividad/Creativité *
Personajes/Personnages **
Amenidad/Amenité **
Vocabulario/Vocabulaire ****



sábado, 7 de abril de 2012

"Les mauvaises gens" (Las malas gentes) de Davodeau





"Les mauvaises gens" es una novela gráfica que se desarrolla en Las Mauges, una región de tradición rural, católica y obrera.
El autor relata la vida de sus padres militantes activos en los años 60 y 70. La infancia sumida en la pobreza después de la Segunda Guerra Mundial, su incursión en el mundo del trabajo a los 14 años, las condiciones laborales, su contacto con los primeros curas obreros y su implicación en la JOC (Juventud Obrera Cristiana), las manifestaciones, las huelgas, los logros y las decepciones...

No sé si se ha convertido en una cierta moda, dentro de las novelas gráficas, que consiste en exprimir las vivencias personales al máximo, sean las propias o las de la familia (Ver Hoy es el último día del resto de tu vida La parenthèse). Pero lo cierto es que esta tendencia me gusta, porque envuelve los relatos con un cariño especial, una intimidad que sobrecoge: cómo se quiere a los padres, a pesar de las diferencias, cómo el acercamiento ante su historia vital los vuelve más vulnerables, ayuda a comprenderlos y también a admirarlos.

Los padres de Étienne Davodeau tienen una buena historia. Pero es indudable que el mérito de la obra es saber contarla: medir los tiempos, volver del pasado al presente, insertar las discusiones familiares a propósito de los enfoques... Y si además el guión está bien acompañado por las imágenes, qué más se puede pedir. El blanco y negro que utiliza el autor, sobre todo en los escenarios, me ha encantado.

Una obra para acercarnos a la historia reciente de Francia. Que ayuda a comprender el movimiento obrero, el peso de la religión católica pero, sobre todo, los cambios profundos que en una veintena de años transformaron a la sociedad francesa.

À ne pas rater!


viernes, 6 de abril de 2012

El pabellón de España en la exposición de Paris en 1900

Cuando se habla de los pabellones de España en París se suele hacer referencia a la Exposición de 1937, de la que existe numerosa literatura, principalmente debido a la Guerra Civil y al "Guernica" de Picasso.

Sin embargo Picasso a sus 19 años y recién llegado a París también estuvo presente en el pabellón de España de 1900, en el que se exponía una de sus obras.

La Comisión española de 1900 pretendía mostrar un España culta y europea, industrializada, con un pasado glorioso que se sustentaba en el descubrimiento de América. El arquitecto elegido para tal ocasión fue José Urioste, que erigió un edificio muy alabado de estilo neoplateresco recordando al Palacio de Monterrey en Salamanca y la Universidad de Alcalá de Henares, entre otros toques. Efectivamente la elección de esta arquitectura regionalista que se basaba en modelos arquitectónicos del pasado no era casual. A finales del siglo XIX España se encontraba en pleno debate para elegir un estilo arquitectónico que le diese una identidad nacional, el desastre del 98 todavía planeaba de fondo.



Sin embargo la resistencia a la imagen folclórica de España no tuvo los frutos perseguidos. En el Trocadero se levantó una especie de barrio, diseñado por el arquitecto francés Dermaz: L'Andalusie au temps des maures (Andalucía en tiempo de los moros). Ni qué decir tiene que los intelectuales españoles que por ahí pasearon, como Emilia Pardo Bazán, rechazaron ese corolario de imágenes castizas entre las cuales os puedo mostrar las siguientes:

Bailarinas españolas. De fondo, reproducciones de casas de la provincia de Toledo 


Reproducción de la Giralda de Sevilla totalmente dorada al fondo, a la que aseguran que se podía subir en burro!! En primer plano, una pista de torneos para luchas entre moros y cristianos!!!


Un barrio africano ¿typical spanish???


Teatro: había representaciones de asaltos a caravanas, bodas gitanas y flamenco


 Recreaciones del Sacromonte y la Alhambra

Carteles anunciadores

"Chagrin d'école" (Mal de escuela) de Daniel Pennac

 
Voilá un ensayo autobiográfica que nos habla sobre la escuela, sobre los profesores, los malos y los buenos alumnos, la violencia, el consumismo, los despistes, los castigos, las preguntas y las respuestas.

Una delicia de libro muy bien escrito, con unos diálogos perfectamente hilados, ágil, lleno de humor y de metáforas bien elegidas que nos llevan a comprender el fondo de las cuestiones que plantea y sobre todo lo que más me ha gustado es la empatía que transmite. Todo buen profesor debería tenerla.

Pennac fue un cancre, que significa mal estudiante, un zoquete vamos, incapaz de entender las explicaciones, podía pasarse horas delante del cuaderno y no escribir ni una sola palabra, relegado a la incomprensión. Su madre centenaria todavía no se acaba de creer su transformación, convertido en autor de éxito y profesor de instituto y continúa preguntando a sus hermanos: ¿Tú crees que conseguirá salir adelante?

El ensayo va in crecendo, tocando numerosas teclas que hacen de la obra un ensayo completo, sin caer en la tentación de darnos lecciones morales, sin idealismos, un discurso sencillo y ameno, en definitiva instructivo. No sé si comparto todas sus reflexiones pero admiro la valentía de poder plasmarlas de este modo. Un ejemplo:

A todos aquellos que hoy consideran la constitución de bandas al sólo fenómeno de los barrios marginales les digo: tenéis razón, si, el paro, sí, la concentración de excluidos, si, los reagrupamientos étnicos, sí, la tiranía de las marcas, la familia monoparental, sí, el desarrollo de una economía paralela y los tráficos de toda clase, sí, sí, sí.... Pero guardémonos de subestimar la única cosa sobre la cual podemos actuar personalmente y que viene de la noche de los tiempos pedagógicos: la soledad y la vergüenza del alumno que no comprende, perdido en un mundo en el cual todos los demás comprenden. 
Sólo nosotros podemos hacerle salir de esa prisión, estemos o no formados para ello. 
Los profesores que me salvaron - y que hicieron de mí un profesor - no estaban formados para ello. No se preocuparon de los orígenes de mi enfermedad escolar. No perdieron el tiempo buscando las causas y las ventajas de sermonearme. Eran adultos que se confrontaban a adolescentes en peligro. Se dijeron que había urgencia. Se sumergieron. Se equivocaron. Se sumergieron de nuevo, día tras día, una vez y otra... Acabaron sacándome de allí. Y muchos otros más conmigo. Nos rescataron literalmente. Les debemos la vida. 

Un libro que debería leer todo aquel que algún día aspire a ser un buen profesor, porque en definitiva hace reflexionar sobre la vocación docente. Un buen regalo para unos cuantos en los que estoy pensando (aunque creo que tiene que perder bastante con la traducción al castellano).

Argumento/Sujet ****
Creatividad/Creativité ***
Personajes/Personnages ****
Amenidad/Amenité ****
Vocabulario/Vocabulaire ****

miércoles, 4 de abril de 2012

"No" de Saul Steinberg

"La guerra de las trincheras" de Tardi

Una de las historias que más me ha costado terminar en los últimos tiempos. Y no porque sea lenta sino por su extrema dureza. A veces, después de leer cuatro páginas, tenía que cerrar el libro. He realizado un último esfuerzo haciendo "de tripas corazón", nunca mejor dicho, para finalizar esta pesadilla.


Nadie duda que la "Gran Guerra" fue uno de los episodios históricos más salvajes y crueles en los cuales el ser humano estuvo jugando en los límites del infierno sin saber muy bien, llegado el momento, dónde le conducían. Lo que me sorprende es la fascinación de algunos -y tengo varios amigos entre ellos uno de los cuales me ha prestado la obra- por sumergirse en la tragedia, por conocer cada detalle escabroso, cada barbaridad. Desde luego no estoy hecha para ello y colocaría una advertencia en la portada (como ocurre a veces en los telediarios) que indicase que "las imágenes que les vamos a mostrar a continuación pueden herir la sensibilidad". Sobre todo porque Tardi consigue con sus relatos ponernos en la piel de los soldados, de esos hombres de carne, hueso, sangre, vísceras y plomo. Muy bien documentada, el autor recopila testimonios reales, retales de momentos sórdidos que llegan a nosotros gracias a los supervivientes de esta contienda (lo que hace pensar en el vacío de todos aquéllos que permanecen callados en las tumbas o fosas comunes).



La verdad es que me ha despistado la gran cantidad de personajes que aparecen. Comprendo que esta heterogeneidad la convierten en una obra coral, que trata de explicar el conflicto bélico desde variados puntos de vista, siempre en la trinchera. Por estos motivos todavía no sé si calificarla como cómic o novela gráfica (algún día explicaré las diferencias que encuentro ya que no existe un criterio consensuado).

Dicen que Tardi realiza una obra de marcado carácter antibelicista. La conclusión a la que llego es que no necesito historias como ésta para despertar mi pacifismo, sobre todo porque no puedo digerir las imágenes que las acompañan. Quiero huir lejos, muy lejos, de "la guerra de las trincheras" (quizá, con perspectiva y sin recordar los detalles algún día recomiende la obra).