Nadie duda que la "Gran Guerra" fue uno de los episodios históricos más salvajes y crueles en los cuales el ser humano estuvo jugando en los límites del infierno sin saber muy bien, llegado el momento, dónde le conducían. Lo que me sorprende es la fascinación de algunos -y tengo varios amigos entre ellos uno de los cuales me ha prestado la obra- por sumergirse en la tragedia, por conocer cada detalle escabroso, cada barbaridad. Desde luego no estoy hecha para ello y colocaría una advertencia en la portada (como ocurre a veces en los telediarios) que indicase que "las imágenes que les vamos a mostrar a continuación pueden herir la sensibilidad". Sobre todo porque Tardi consigue con sus relatos ponernos en la piel de los soldados, de esos hombres de carne, hueso, sangre, vísceras y plomo. Muy bien documentada, el autor recopila testimonios reales, retales de momentos sórdidos que llegan a nosotros gracias a los supervivientes de esta contienda (lo que hace pensar en el vacío de todos aquéllos que permanecen callados en las tumbas o fosas comunes).
La verdad es que me ha despistado la gran cantidad de personajes que aparecen. Comprendo que esta heterogeneidad la convierten en una obra coral, que trata de explicar el conflicto bélico desde variados puntos de vista, siempre en la trinchera. Por estos motivos todavía no sé si calificarla como cómic o novela gráfica (algún día explicaré las diferencias que encuentro ya que no existe un criterio consensuado).
Dicen que Tardi realiza una obra de marcado carácter antibelicista. La conclusión a la que llego es que no necesito historias como ésta para despertar mi pacifismo, sobre todo porque no puedo digerir las imágenes que las acompañan. Quiero huir lejos, muy lejos, de "la guerra de las trincheras" (quizá, con perspectiva y sin recordar los detalles algún día recomiende la obra).
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