viernes, 27 de julio de 2012

"El Gran Duque" de Yann Hugault


Impresionantes ilustraciones para esta colección de cómics cuyo eje central son los aviones en la II Guerra Mundial. Éste sería el primer punto a destacar y lo que me ha atrapado nada más ojearlo. En ciertas viñetas he tenido que acercar la vista para comprobar si era fotografía o dibujo. Repito. Impresionante.

Indagando en la biografía del autor he descubierto que es el hijo de un piloto militar y que él mismo también tuvo formación como piloto. Ahora entiendo mejor su cuidadosa representación aérea: no solamente los diferentes modelos de aviones y las piruetas estratégicas, perfectamente detalladas, sino también los cielos añiles o grises, o iluminados por las luces o por las llamas.



Consta de tres tomos: Las brujas de la noche, Camarada Lilya y Wulf & Lilya (la edición que tengo es la obra completa). La trama engancha, es convincente, emplea una narración clásica que funciona fenomenal, representa escenarios diversos, los personajes están muy bien trazados...

El argumento pone de manifiesto las contradicciones de aquéllos personajes que se encuentran sometidos a las circunstancias que les rodean, en éste caso destacaría a Wulf, el protagonista masculino, un militar y patriota alemán, pero también antinazi. Y la protagonista femenina, aunque quizá con demasiada delantera (es lo que pasa en estos mundos del cómic), me ha hechizado, sobre todo porque he descubierto una historia para mí hasta ahora desconocida: Las Brujas de la noche (Nachthexen).

Brujas... Sí. Un escuadrón de mujeres pilotos soviéticas que pronto se hicieron famosas por sus azañas. Con apenas veinte años y unas pocas horas de vuelo a sus espaldas al principio eran subestimadas por los militares alemanes ya que utilizaban destartalados aviones que no estaban preparados para bombardear. Pero pronto fueron temidas por sus ataques sorpresa. Volaban a baja altura aprovechando el sonido del ferrocarril que las enmascaraba y entonces atacaban. O una de ellas se ponía a tiro de los nazis y otra aparecía por detrás. Cuentan que incluso llevaban atadas las bombas debajo de las alas y que la piloto más brillante, Lily Litvak (la "Rosa de Stalingrado) colocaba flores silvestres en el parabrisas de su avión antes de cada ataque. Necesitaron ocho aviones para poder tenderle una emboscada y derribarla, y dicen que años después unos niños descubrieron su cadáver durmiendo como una bella durmiente dentro del avión.

Da para una película, ¿o no?

Os dejo con una fotografía de Lily Litvak y otra con parte del destacamento 558.





No hay comentarios:

Publicar un comentario