jueves, 25 de octubre de 2012

"El jugador" de Miquel&Godart

"El jugador" (2012, Norma Editorial) es una adaptación libre de la novela de Fiódor Dostoyevski. Encuadra dentro de esta tendencia renovada que consiste en adaptar obras clásicas al mundo del cómic. Una tarea compleja, como ocurre con las adaptaciones al cine, pues siempre quedará la obra de referencia frente a la cuál tenderemos a compararla. 

En este caso no he leído esta novela de Dostoyevski, solamente "Crimen y Castigo". Pero los clásicos del s.XIX me gustan en general. Sin embargo desde mi percepción resulta muy difícil realizar una adaptación fidedigna de esta literatura puesto que las tramas son muy complejas y para entender la filosofía que subyace de fondo -normalmente basada en la profundidad que caracteriza a los personajes protagonistas- es necesario tener muchos detalles que el mundo del cómic obvia. Simplemente porque la combinación escrita y gráfica construyen los tiempos del relato de una forma diferente. 

Con esta obra mantengo mi escepticismo. Las ilustraciones están muy bien, especialmente la expresividad de los personajes. Sin embargo creo que queda mucho por el camino para encontrar una obra que, como he leído en otras reseñas, hable de la avaricia, la codicia y la venganza humana. Si ver tengo que ver algo, para mí habla de juego y de los subidones y bajones que esa vida arrastra. 

Una pequeña anécdota acerca del autor ruso: el protagonista del "El jugador" era casi un "alter-ego" del propio Dostoyevski que despilfarró una fortuna en casinos extranjeros y volvió a Rusia arruinado. 


miércoles, 17 de octubre de 2012

"El fin de los buenos tiempos" de Ignacio Martínez de Pisón

"El fin de los buenos tiempos" (Anagrama, 2003) está compuesto por tres relatos cortos: "Siempre hay un perro al acecho", "El fin de los buenos tiempos" y "La ley de la gravedad".

He de reconocer que el primero de los relatos me dejó muy triste, aunque los otros han acabado de convencerme gracias a la excelente sensibilidad del escritor. Martínez de Pisón escribe casi con melancolía, acabamos sintiendo una especie lástima contagiada por los protagonistas, comprendiendo mejor el destino final perseguido por heridas del pasado.

Relatos íntimos, en primera persona del singular masculino, donde las imágenes, que exploran las relaciones entre padres e hijos, transcurren lentas y fluidas.

Un gusto de lectura para saborear sin pausas.